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sábado, 28 de septiembre de 2013

Empate merecido

El Sevilla desactivó a la Real Sociedad en el primer periodo y le atacó con sus propias armas, poniéndose por delante e incluso teniendo el 0-2 antes del descanso. En la reanudación la Real fue a más, igualó y acabó jugando con uno más
A priori un empate en casa de la Real Sociedad, cuarto clasificado en la pasada campaña, jugando con uno menos los últimos minutos, se tiene que dar por bueno. Pero ni con todas esas circunstancias puede estar satisfecho el Sevilla con el punto logrado en Anoeta, porque tuvo el partido a su merced durante una hora y lo pudo y debió haber cerrado en una magnífica primera parte. Con un planteamiento muy estudiado, el equipo anuló las mejores bazas de los locales y le hizo daño, muchísimo, aplicando la propia receta de los donostiarras -salidas rápidas y peligrosas- aunque sin liquidar a un rival con la suficiente categoría para rehacerse si se le concede cuartel. Con un trivote y los laterales muy bien abrigados, tanto por los volantes como por Cristóforo e Iborra, el Sevilla salió con las ideas muy claras y la intensidad necesaria para aplicarlas. Había que desactivar la mejor arma de la Real, evitar que pudiera salir rápido a la contra y sobre todo cerrar los espacios. Ésa era la clave y no lo pudieron hacer mejor los de Emery en una primera parte redonda en la que sólo les faltó sentenciar el partido. Sin acularse, pero sin conceder metros y aislando a los tres peligrosos mediapuntas donostiarras –Castro, Vela y Griezzman- el Sevilla controló el choque y le impuso el ritmo más adecuado a sus intereses. El plan consistía en golpear a la Real con sus propias armas, buscando salidas rápidas a través de la enorme precisión y visión de juego de Rakitic. La idea surtió efecto y tras varios intentos del croata con Gameiro, en el minuto 17 llegó el primero. Desde la divisoria el capitán le puso un balon medido a Jairo, que se la acomodó y remató con destreza para hacer el 0-1. Una maravilla, en la concepción y también en la ejecución, pues no era nada fácil el disparo.      El partido se ponía de dulce y el Sevilla se pudo dar un atracón si hubiera estado más suelto arriba. Prefirió ser cauto, aguantado con mucha seriedad los intentos de la Real, sobre todo gracias a la solidaridad en esfuerzos. Daba gusto ver a Trochowski y Jairo en las ayudas defensivas, las coberturas de Cristóforo... Gameiro se quedó solo, pero el francés poco necesita para fabricar peligro y de hecho al filo del descanso marcó como de costumbre la diferencia, sirviéndole un gol en bandeja a Trochowski, que el alemán no supo enviar al fondo de las mallas. Todo comenzó con el propio Trochowski, que combinó en la frontal con Jairo. El cántabro vio como Gameiro, en un detalle de delantero de los buenos, se salió del fuera de juego. A él fue el cuero y el francés, en vez de rematar, se la dejó a Trochowski, que estaba solo, pero que no vio portería. Sin duda, ahí estuvo la clave de un partido que nunca debió haber llegado vivo al segundo tiempo.      En la reanudación la Real ajustó su juego, intentando bombear balones desde las bandas, sobre todo desde la derecha. El Sevilla, pese a todo, seguía manejando bien la situación. En el minuto 55 la tuvo Vela, rematando un rechace con la cabeza que acabó en el palo, pero los nervionenses reaccionaron de inmediato con un buen disparo de Gameiro y sobre todo con una nueva gran acción personal de Jairo, que volvio a controlar un envío largo en el área, engañó a dos defensas y fusiló a puerta encontrándose con los reflejos de Bravo. El curso del choque no cambió el guión, pero inevitablemente, por la calidad de la Real, que sacó a Seferovich por Castro, y su ímpetu, el Sevilla iba perdiendo metros, jugando cada vez más atrás. Sin claridad, el recurso del juego aéreo acabó favoreciedo a los vascos, que en el 66 lograron empatar. Un centro al segundo palo desde la derecha de Carlos Vela fue rematado a gol en dos tiempos por Griezmann.       
Con el gol de la Real las cosas se pusieron feas. El Sevilla se desmelenó y se fue arriba, buscando retomar el mando en el marcador. La Real, ahora sí, tenía espacios y fue mucho más peligrosa. Los nervionenses tuvieron que parar mucho el juego con faltas que rociaron de tarjetas a la defensa. Emery vio que el partido necesitaba un giro y sacó a Marin y Bacca por Cristóforo y Gameiro. El alemán, inspirado, salió mordiendo y en varias ocasiones pudo llevarse un buen bocado, pero una segunda amarilla de Cala en una nueva contra de la Real, cuando quedaban menos de 10 minutos, rebajó las expectativas sevillistas, que ya sólo apuntaban a un empate que, conforme acabó el encuentro no es malo, pero que teniendo en cuenta el buen planteamiento inicial y la primera hora de juego, se antoja corto. Eso no quita, sin embargo, que el Sevilla salga reforzado por la imagen de equipo compacto y solidario que exhibió en un campo dificilísimo como Anoeta al que sólo le faltó creerse la victoria que tenia en sus manos.   

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