Gil Manzano ahoga al Betis
Que el Betis se va a ir
a Segunda y que lo va a hacer por deméritos propios es una verdad palmaria, sin
discusión. Pero escandaleras arbitrales como la que sufrió ante el Athletic le
servirán como excusa para explicar este descenso exprés al que sólo le faltan
las matemáticas. La derrota deja a los verdiblancos a 11 puntos de la salvación
con 39 por jugarse. La victoria, primera tras dos empates y una derrota ante el
Español, sirve al Athletic para volver a poner tierra de por medio con la Real
Sociedad y su quinto puesto, que se habían acercado tras voltear al Barcelona.
Hay cosas que sólo pasan en Heliópolis, ese teatro de las pesadillas donde el
Betis ha cogido, si es que ya no lo tenía, su billete directo a Segunda
División. Sólo a los verdiblancos puede ocurrirles que en espacio de apenas
tres días les señalen dos penaltis en contra en dos faltas que se producen (si
es que la de Perquis a Sola fue falta) fuera del área. El jueves lo logró el
belga Gumienny para darle el empate y media clasificación al Rubin Kazan en
dieciseisavos de la Europa League. Esta vez le tocó a Gil Manzano, que luego
completó su escandalera arbitral tragándose dos claros penaltis de Balenziaga,
un por entrada a Castro y otro por unas manos que se interpusieron entre el
Betis y el empate. Hace dos meses, Gil Manzano se convirtió en el árbitro
español que alcanzaba más joven la internacionalidad, con sólo 29 años. De las
condiciones del extremeño hablan bien propios y extraños, pero en Heliópolis
será recordado como otro trencilla infame y en este caso, además, como el
hombre que le pegó otro empujón más, éste definitivo, hacia el descenso. La
nevera parece un lugar demasiado apacible para arbitraje tan desafortunado.
Pasada la media hora de un partido que dominaba y apuntaba a ganar el Athletic,
por ocasiones y por sensaciones, Gil se comió un penalti claro de Balenziaga a
Castro (con amarilla para el canario, para más inri) y en la jugada siguiente
señaló los once metros en una presunta falta de Perquis a Kike Sola que, si lo
fue, lo fue fuera del área. Muniain convirtió la pena en gol (0-1, 34') y el
Betis se ahogó en sus protestas y en su propia sangre, con la expulsión justa
pero infantil del propio Perquis pocos minutos después. Perdido como el equipo
local anduvo también a partir de entonces Gil Manzano. En medio del clamor
general, con la cara del niño malo que sabe la que está liando, el extremeño
hasta decretó el descanso tres segundos antes de que se cumplieran los 45
minutos reglamentados. El Betis regresó del vestuario con 10, pero con ímpetu
de 12, y pudo empatar en un cabezazo franco que Rubén mandó fuera y dos
incursiones de Cedrick, muy activo pero con más corazón, más orgullo que
eficacia. El Athletic intentaba cerrarlo a la contra, pero no era el día de
Kike Sola, al que las porterías de Heliópolis parecen bloquear: en la ida de la
Copa, el navarro falló un rosario de ocasiones a las que esta vez se le pueden
sumar algunas más, sobre todo un mano a mano con Adán en el que el meta
madrileño le tapó bien la puerta. Al Betis le duraba la efervescencia y merecía
el empate pero todavía quedaba mucho Gil Manzano, muchísimo más. Primero, para
apuntarse su segunda expulsión de la tarde, la del chileno Reyes, que había
visto su primera amarilla por protestar el penalti que no fue y vio la segunda,
y la roja, por una mano de dudosa voluntariedad en el centro del campo. El
extremeño completó la escandalera comiéndose un penalti clarísimo de Balenziaga
(otro), esta vez por una mano a una pelota que se colaba dentro de la portería
y que habría tenido que suponer, además, la roja para el lateral rojiblanco. En
medio del olor arbitral a podrido, con el Betis vacío por el esfuerzo, el
chaval Guillermo puso algo de frescura y de fútbol con su primer gol en Primera
División, nada más salir del banquillo. El 0-2 mataba el partido y también al
Betis.
Miguel A. Cabrera
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