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viernes, 1 de noviembre de 2013

UN SEVILLA VALIENTE, PERO CON DEMASIADOS AGUJEROS‏

Con un demoledor 3-0 en contra, el Sevilla se rehizo, marcó dos goles y puso contra las cuerdas al Madrid. El partido tomó un compás de vértigo que los de Emery no pudieron soportar ante la descomunal pegada del Madrid, muy cómodo con espacios

El Sevilla cayó goleado en el Santiago Bernabéu con un resultado de sonrojo en el que se vio lo mejor y lo peor de los nervionenses. El equipo fue valiente, no se achicó con un 3-0 en contra, se fue arriba y tuvo muy buenos minutos, pero no fue capaz de soportar el intercambio de golpes que propuso al Madrid, porque en defensa concedió demasiadas facilidades a un rival que jugó muy a gusto a la contra y que contó prácticamente sus llegadas por goles. No existieron las defensas y en el duelo de ataques, porque ambos equipos tuvieron similares ocasiones, ganó quien más dinamita tenía.




El conjunto andaluz saltó con la misma propuesta que en Valladolid: tres centrales, dos laterales profundos, dos pivotes y tres arriba, con Carlos Bacca en el centro. Esa disposición táctica invitaba a pensar en un equipo que aguardaría bien replegado el esperado dominio del Madrid, para salir rápido a la contra, aprovechando la velocidad de Moreno y Diogo en sus respuestas ofensivas. La clave era evitar dominios largos para así no dejar espacios al Madrid en ataque, que es precisamente en esa circunstancia cuando más daño hace. Ésa era la teoría, pero de ahí a la práctica hay un trecho, como quedó demostrado en el arranque del choque. Los merengues, que jugaban con Benzemá, Bale y Ronaldo arriba, salieron tocando arrebato. El Sevilla contuvo como pudo los primeros golpes, pero al primer ataque que realizó, se vio sorprendido por una veloz contra blanca, que acabó en asistencia de Benzema y zurdazo colocado e imparable para Beto. Eso sería la constante de un choque en el que el Sevilla atacó bien, pero cuando tenía que replegarse se lo dejaba demasiado fácil al Madrid.   



El Sevilla, no obstante, no se derrumbó ante el primer golpe, consciente de que 90 minutos dan para mucho. Continuó apostando por aguantar y pillar a los de Ancelotti desprevenidos. A punto estuvo de lograrlo pasado el ecuador del primer tiempo, cuando Rakitic trazó un pase interior formidable, que Bacca cazó en el área chica y mandó atrás con el sello de la muerte, sin que Jairo pudiera llegar a rematar. Una verdadera lástima, porque prácticamente en la siguiente jugada Bale, con la complicidad de la barrera, hizo el segundo con una falta en la que Beto nada pudo hacer. El choque se ponía demasiado caro, sobre todo porque el Sevilla no se encontraba y el Madrid jugaba sus mejores minutos. Cumplida la media hora, llegó el tercero, por mediación de Cristiano desde los once metros. El portugués aprovechó un regalo de Teixeira Vitienes, que señaló un penalti inexistente de Fernando Navarro a Isco, no por la falta, que sin duda era más que discutible, sino más bien porque la acción se dio claramente fuera del área.   


 Con el 3-0 lo mejor que le podía pasar al Sevilla era que el minuto 90 llegara cuanto antes. Pero precisamente en esos instantes de desazón, llegaron los mejores minutos de los nervionenses, que sin nada que perder, jugaron sin complejos y pusieron al Madrid contra las cuerdas. Los de Emery se metieron en el partido con otro riguroso penalti sobre Diogo de Sergio Ramos. Rakitic no perdonó la pena máxima. El Sevilla se activó y cuajó 10 minutos magníficos, marcando un nuevo gol, que llegó tras una cabalgada soberbia de Vitolo, una genialidad de rauda ejecución de Jairo y el remate final de Carlos Bacca. Al Madrid le temblaron las piernas y el Sevilla tuvo tres llegadas peligrosísimas que le pusieron muy cerca del empate. 


La primera parte había sido de infarto y en la segunda el espectáculo no iba a decaer. El choque se había convertido en un golpe a golpe apasionante y desatado, que sacudió de forma severa a los de Emery, que jugando para empatar se vieron con un 5-2 en contra en pocos minutos. Lo ilustra todo la acción que precedió al 4-2 merengue. El Sevilla trazó una jugada excepcional, con más de 10 toques y una excelsa combinación final de Rakitic, Bacca y Vitolo, que acabó con Jairo solo ante Diego López, ganándole la partida el meta al cántabro. De ahí a una contra en la que Bale le devolvió el favor inicial a Benzemá, que puso tierra de por medio. El partido parecía perdido, porque poco más tarde Ronaldo hacía el quinto. Emery movió el baquillo, sacando a Perotti y Gameiro por Vitolo y Bacca. El partido estaba loco, porque el Sevilla atacaba sin vergüenza, jugándose el todo por el todo y encontró justo premio a su valentía, con un golazo e Rakitic en el minuto 18, que de nuevo daba vida a un encuentro que tomaba un curso inverosímil.  


 El atolondrado mano a mano no perdió vértigo y de hecho Gameiro tuvo ante Diego López el 5-4, que podía haber puesto en verdaderos aprietos a los locales. La piedad sevillista no se veía en el bando contrario, que cada vez que pisaba área hacía sangre. Ronaldo completó su hat trick cuatro minutos más tarde del remate de Gameiro y con el 3-6 la suerte, teóricamente ya estaba echada, aunque eso lo pudo haber cambiado Rakitic si llega a transformar un penalti que Texeira señaló de nuevo sobre Diogo. De lo que pudo ser el tercero del croata se pasó al 7-3 de Benzemá y a un Sevilla rotó, incapaz de sostener el agitado pulso que había sostenido con un Madrid en estado de gracia durante gran parte del encuentro que al fin y al cabo, ante la debilidad de las defensas, premiaba la puntería. La expulsión de Mbia fue lo más perjudicial de ahí al final.    


 El escandaloso resultado responde al atrevimiento de un Sevilla que al irse arriba propuso un brutal intercambio de golpes, que benefició mucho a la pegada de los madridistas, sobre todo descomunal a la contra.  Cuando se juega en el Bernabéu se cuenta casi siempre con la derrota, pero el cómo se pierde también influye. Y el Sevilla esta noche cayó de pie, buscando a su contrario, aunque desangrado por la falta de contención que exhibió ante las llegadas locales, que prácticamente se tradujeron en goles. Siete, ni más ni menos, que escuecen bastante y reflejan las dos caras de una misma moneda: muy bien en ataque, mucho que mejorar atrás.









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