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martes, 3 de mayo de 2016

LA PENÚLTIMA JORNADA: LA HISTORIA

El domingo vuelve el carrussel. De esta forma, la liga vovlerá a jugarse como los amantes de las tradiciones futbolísticas hemos deseado siempre: a la misma hora; algo que se repetirá o no, según el número de partidos de equipos implicados en diferentes situaciones, tal y como dicta esta penúltima jornada en la que hay siempre un mínimo de un equipo jugándose algo en cada partido. Evocaciones que también nos trasladan a una especie de "última jornada", aquella que se esperará como triste para algunos, tranquila para quienes han hecho sus deberes a tiempo; pero también vacilante para quienes la incertidumbre les espera. 

El caso del Betis es el mejor colocado para que el último partido se corresponda con el segundo de los casos citados: avalado por ese tan cacareado 0'01 % que, sin posterior borrachera, ni siquiera a breve esbozo de sonrisa, debe pasar al cero absoluto después de que el colegiado pite el final del partido. Pero queda mucho por cortar aún, porque el caso bético es tan especial que aquí nadie se fía ni de los números centesimales, puesto que la alargada sombra de la Historia en verde y en blanco, supo dejar un camino de espinas, tiñendo de luto y de lágrimas algunos desenlaces en que el último partido volvió a ser el escenario final. Escribía George Santayanque los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirloy esa es la única realidad que a lo largo del pasado se ha identificado con el navegar de la nave del Balompié sevillano, y así lo modelaron hasta el momento quienes capitanearon el timonel con mayor o menor culpa en el hundimiento final.

Benito Villamarín, debido a los graves problemas de salud, expuso en una carta, allá por 1966, su dimisión. Pero aquella época se caracterizaba porque la mayor apuesta del presidente gallego no fue pareja a una diligencia económico / deportiva suficiente: vender la columna vertebral de un equipo que dos años atrás había sido tercero, empezar a gestionar los pagos de la reciente adquisición del Estadio en propiedad, desembocaron en que faltaron jugadores que garantizaran al menos otros objetivos más tranquilos. Al desenlace, se llegó a un último partido ante un Málaga que, en la Rosaleda también se jugaba la permanencia y que la victoria era la única solución para uno de los dos. Al final un empate dio con los béticos en la Segunda División. Atrás quedaron ocho temporadas seguidas en Primera División y algunos hitos históricos, pero la penúltima Jornada fue claveya que se perdió por 1-2 ante un Sevilla que luchaba por escapar también del peligro, y un empate casi hubiera significado todo un mundo para afrontar el duelo final del último partido.

Apenas un año después, ascenso y nuevo segundazo. Penúltima Jornada: 0-3 ante un Bilbao que pugnaba por un puesto europeo. El arrastrar problemas económicos como los mencionados antes, un equipo compuesto en su mayoría por jóvenes y bisoños canteranos, así como las luchas intestinas a las que el club no se repuso tras la muerte de Villamarín, dieron lugar a un descenso que a su vez nos conduciría a un trienio en Segunda.

Poco tiempo pasaría para que el Betis volviera a la máxima categoría y con una enorme tarea pendiente de un Núñez Naranjo que ante sí tuvo que finiquitar deudas conocidas, mas ampliar a 15.000 socios la casi exigua lista de béticos existente hasta entonces, así como diversas remodelaciones del Estadio, tal vez exigentes para el proyecto de un futuro próximo. Una vez más la celeridad concedió un corto respiro al Betis en una trayectoria que, tras ciertos apuros de la 71-72, descendió al año siguiente tras una última Jornada que concluyó en Castalia ante unos locales que no se jugaban nada, perdiéndose por 3 a 1.

Pese a que, en el penúltimo partido se había ganado al Celta, las posibilidades para el descenso implicaron hasta última hora a muchos equipos, de tal forma que al final se comprobó que un empate en Castellón pudo haber otorgado la permanencia a los verdiblancos.

Otro descenso que todavía suele ser recordado fue el de 1978. Aquel eurobetis ganador de la I Copa del Rey, resultó víctima de un descenso incomprensible, resultante de que a la cierta veteranía del equipo se unió la escasez de fichajes para afrontar tres competiciones. La Jornada 33ª, en Valencia, resultó a la postre más importante de lo que valoró el mister Rafael Iriondo, pues reservó a algunos titulares para el último partido ante la Real Sociedad, mientras que los de Mestalla no perdonaron y derrotaron al Betis por 4-2. Vencer a los donostiarras un domingo después resultó estéril, pues los béticos bajaron igualados a puntos con Hércules y Burgos. Una vez más la penúltima jornada, como en el 68, había sido decisiva.

El año conocido como de la promoción ante el Tenerife, en 1989deja en el olvido otra penúltima jornada en que el Valencia que tampoco se jugaba nada, venció por 3 a 0 a un Betis que arrastró de forma poco aceptable una trayectoria que le condenó al final a un nuevo descenso. Quizá el error estribó en el no acierto en fichajes veteranos y la encomienda para la dirección del equipo dede el principio a un Eusebio Ríos cuya falta de experiencia en la principal categoría pudo haber acusado el primer tramo de la Liga.

La Jornada 37ª planteaba al Betis a tres puntos del Oviedo, primero de los que ostentaban la salvación. Sin embargo, esta vez el rival de turno era un Madrid preocupado más que por ganar la Liga, ocupar una plaza europea. Los béticos cumplieron la desdicha, perdiendo 0-2, a lo que se unió la victoria ovetense en Vallecas y las igualadas de Real Sociedad y Numancia. De esta forma regresó el descenso a Heliópolis, sobrando además una última Jornada. De nuevo pero esta vez letal, el penúltimo partido había sido decisivo.

Sin embargo, el último descenso conocido, sucedió en el 2009. El Betis gozaba de una plantilla quizá inferior a la del declive en 2000, sin embargo la dinámica negativa comenzó a envolver al equipo a partir de la Jornada 32. Nogués sustituyó a un Chaparro que había dejado al Betis en el puesto 18º tras unas jornadas sin ganar y un empate a tres contra el Numancia en el Ruiz de Lopera. La reacción con Nogués fue efímera, pues pese a que los béticos gozaban de 7 puntos sobre el descenso a falta de otros siete partidos para el final de Liga y otros siete equipos por encima de un Recreativo de Huelva que, con 30 puntos, marcaba la zona de bajada, cuatro derrotas seguidas resultaron mortales para encarar las tres últimas jornadas, en que se ganó a Almería por 2-0 pero de nuevo en la Jornada 37ª vino de nuevo el pinchazo, esta vez en tierras malagueñas. Edú adelantó pronto a los béticos pero Luque estableció la igualada definitiva. Un punto, sólo un punto más, fue el que nos faltó para poder haber seguido en Primera, ya que en el fatídico último partido empatamos contra un Valladolid que también se la jugaba, mientras que otro implicado, el Getafe - ya nos está empezando a ser familiar -, también igualaba ante un Santander que ni le iba ni le venía. Una vez más la penúltima jornada fue el verdadero juez y el Betis el condenado.

Finalizamos esperanzados de que nuestro Betis no vuelva jamás a repetir episodios tan tristes como los aquí recordados, pues no viene mal saber que a veces aquella frase de Santayana para ver si tanto estos dirigentes o quienes estén en el futuro, aprovechen el rico patrimonio de un club que tiene en la afición su mejor activo; una afición que además seguro acudirá a Ipurúa y que acompañará al equipo en la conquista de un punto, ese puntito que podría llegar en años venideros ser parte de un mañana que no tendría nada que ver con el de hoy. Porque la penúltima Jornada no la queremos para lo que ahora mismo está, y, de la siguiente, igual no habrá ni que hablar de ella. Entrar en el carrussel, salir de la ruleta.
Artículo hecho por (Rafael Medina Delgado)

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