A cualquier bético, más o menos informado sobre los resultados de la cantera verdiblanca, no se le escapa el enorme desaguisado que parece existir en los escalafones inferiores, en el que de nuevo el retrato respecto a la del eterno rival es de un enorme descosido y al que no parece haber manera de siquiera remendarlo, salvo alguna excepción mínima que no sirve para arreglar este sombrío panorama; puesto que al descenso a la 3ª División del Betis B se unen las decepciones de los juveniles de la Liga Nacional y los de la División de Honor; aunque en otras categorías hubo resultados casi para todos los gustos, los béticos han obtenido diversos triunfos en marcos inferiores, en equipos cuya referencia para llegar pronto siquiera al B se aleja en el tiempo por la edad de los chicos, cuando la necesidad deportiva del Betis actual pasa por la casi inmediatez, pues para ello la calidad que salga de la cantera debe ser factor fundamental.
Sin embargo, la irregular historia de los escalafones béticos no es nada nueva en nuestra Historia. El Betis fue pionero en la cantera futbolística sevillana, con la creación del primer equipo infantil antes que lo hiciera el eterno rival; muy posteriormente, existió un paréntesis de indolencia hasta que en 1950, con el club en Tercera División - quién lo iba a decir -, vuelve a reorganizarse la cantera gracias al trabajo de hombres como Pepe Valera o Antonio Quijano, quienes de forma denodada, con escasos medios y de nuevo también en desigualdad con el otro club de la Ciudad, logran engendrar equipos de infantiles y un primer filial de peso, el Juventud Balompié ( formado también por varios escalafones ), cuyo primer equipo jamás perdió con el los jóvenes sevillistas, el Nervión. En fin, cosas del auténtico Manquepierda, cuando los chavales se batían el cobre, inducidos por el veneno verde que se le transmitía desde el seno del Club. Y entonces también sí que hubo deudas, por lo menos hasta 1952, y muchas....
Los frutos, tarde o temprano tendrían que llegar, por supuesto siempre en menor cuantía y calidad en relación a Nervión, salvo singularidades como Luis del Sol, Portu o Valderas, entre otros, quienes fueron durante algunos años parte de la columna vertebral del Betis de nuestros abuelos: aquel del ascenso del 58, del 2-4 en el Pizjuán, de los primeros años en la parte media / alta de la Primera División. Y es que con Benito Villamarín no se descuidaba el vivero, pues el acierto del Triana Balompié dotado con un organigrama de muchos equipos inferiores, significó un avance cualitativo, pues su primer equipo logró el ascenso a Tercera División en 1964, produciendo jugadores de la talla de Quino, Demetrio, Telechía, González, Antón o Mellado. Tampoco olvidamos el caso de Rogelio, quien con catorce años pasó al juvenil bético. De todas formas, aquel Trofeo Amberes de Marca concedido en 1967, fue premio a un club que llenaba su primer equipo con jugadores canteranos, pero que debido a las necesidades económicas subían de forma acelerada, por lo que la inmadurez y la quizá posterior falta de calidad de muchos de ellos fueron hándicaps que condicionaron un caminar más exitoso del Real Betis en aquellos tiempos, en que por menesteres monetarios se vendieron a piezas de mucha calidad como Antón y Quino. En 1969, el Triana, con el mismo Betis en Segunda, llegó a disputar la Final de la Copa de España de juveniles frente al Real Madrid.
Pero la cantera blanquiverde seguia funcionando: Bizcocho, Gordillo, Alabanda, ejemplos de triunfadores del Betis de los 70 y que se coronó con la I Copa del Rey. Era el Betis de los milagros, pues jóvenes como Benítez, López o Cobo, debutaron sin tener que pasar por el vivero local. Detrás de todo, un presidente ambicioso como Pepe Núñez, capaz de solventar en 1974 la pesada deuda que acarreaba la compra del Estadio en 1961, rodeado de una directiva de hombres honorables y válidos; de unos ojeadores y entrenadores como José María de la Concha, Germán Vaya " Mani "o Quijano, entre otros. Uno se pregunta qué hubiera pasado si nuestro club hubiera tenido entonces su propia Ciudad Deportiva, dejando atrás el Claret, el pequeño Maracaná o las Piscinas Sevilla. Mientras que por entonces en Nervión, después de unos años en Segunda, ya se empezaba a concretar el predio de la carretera de Utrera, por lo que el balance daba de nuevo la vuelta, algo que se definiría al iniciar la siguiente década, por lo menos en la relación de canteranos que jugaron en los dos primeros equipos sevillanos, así como entre el Sevilla B y el Betis B.
Pero los años 80 sirvieron para que el Betis dispusiera de jugadores como Parra, Casado , Gabino o Romo, quienes no llegaron en la práctica a mantener el nivel que se esperaba de ellos, salvo algunos y por poco tiempo. Por supuesto que hubo más canteranos que llegaron al Primer Equipo mientras otros se quedaron a medio camino. Teníamos nueva Ciudad Deportiva, por supuesto sin apenas pertrechos, muy justita. Aún así, baño al Madrid Juvenil de la Quinta, en 1983 y primer título importante para las urnas heliopolitanas. Aquel equipo de Gabino, Orozco, Piris, Julio, Salado, era muy bueno, sólo que en el ejercicio no funcionó para crecer, mientras que José Ángel Moreno, el míster, pronto marcharía al eterno rival cuando Retamero lo dejó escapar.
La pre-Expo, sinónimo otra vez de ruina económica y también deportiva, otorgó a los béticos otra nueva Copa del Rey Juvenil de la mano de José Emilio del Pino, esta vez frente al Barcelona, en 1990, cuando Chano ya se marchaba al Tenerife: Merino, Cuéllar, Márquez, Roberto Ríos y Cañas, cinco estrellas ganadoras que formaron parte de aquel Betis tercero en la Liga de 1995, que venció los dos partidos al Sevilla; y que junto a Juan Ureña un año antes y estando en Segunda, llegaron a Semifinales de la Copa del Rey, eliminando en Cuartos al todopoderoso FC Barcelona del Dream Team de Stoichkov, Koeman, Guardiola y Cruyff. ¿ Quién lo diría ? Por otro lado, un Betis B tranquilo en Segunda B pero como siempre sin alcanzar las cotas del Sevilla Atlético; eso sí, fue 7º en 1992 y disfrutó de del período más longevo de su Historia en esta Categoría, desde 1994 hasta 2000, llegando a obtener también algunos triunfos interesantes frente a su coetáneo rival. Tampoco hay que olvidar el impresionante trabajo de Miguel Valenzuela, artífice de parte de la crianza de muchos de éstos y de los que llegarían después.
Por supuesto la estabilidad económica y en gran parte deportiva, ayudó a consolidar la cantera bética. De hecho se volvieron a disfrutar los laureles de dos nuevas copas del Rey de Juveniles, en 1998 y 1999, ante Alavés y Real Madrid, respectivamente. Gente como Varela, Toni Doblas, Arzu, Dani o Joaquín, también se hicieron con la Edición de la Copa del Rey de fútbol de 2005, junto a los otros canteranos Melli, Rivas y Juanito. Junto al 4º puesto en la Liga, el Betis había llegado al momento cumbre su Historia canterana, por encima incluso de cuando se ganó la Liga de 1935. Muchos de aquellos jugadores llegaron a ser internacionales en diversas categorías, incluso hasta en selección la absoluta.
Actualmente, como empezamos, corren malos tiempos para la cantera verdiblanca. Los últimos seis años, salvo el pasado quizá el de la 2014-15, han sido francamente malos; y este último, negro. A todo ello, el crecimiento desmesurado del eterno rival en todos los terrenos, contribuye a que el panorama sea más pálido aún. Aquel cacareado Proyecto Heliópolis, no es que esté casi fracasado del todo, sino que ha quedado demostrado que en los tiempos que corren para que un jugador canterano triunfe cien por cien y además atesore una calidad notable, debe foguearse por categorías superiores como la Segunda B, sitio que en este nuevo ejercicio no estaremos debido al descalabro en la gestión. A pesar de todo, gente como Ceballos y Fabián se hallan en el primer equipo, aunque el ascenso meteórico a aquel por parte de ambos jugadores, con escaso fogueo en el B, tal vez hayan hecho pasar factura al primero y quizás también al segundo, esperando de ambos la explosión esperada. Sea como sea, la actualidad demanda ampliar las instalaciones, adquirir o recuperar técnicos que en otro tiempo estuvieron por Heliópolis - ya hemos mencionado algunos -, béticos a carta cabal, conocedores de la filosofía bética, de la lucha en la rivalidad, al igual que también dejar paso al quizá posible amiguismo imperante que más que enriquecer, entorpece ese crecimiento por el que el Betis debe luchar.
A tenor de estos momentos, la escasez de críticas constructivas y de relatores de la realidad, se amplía en unos márgenes que empiezan a definir - por ejemplo, entre las redes sociales - a bético simpatizante y bético de verdad; o simpatizante y bético. El primero, aparenta en muchos de sus escritos que todo marcha bien, de forma positiva, en el sentido de que no sólo no parece dolerle la realidad sino que también pretende desviar en algunos casos el tema mediante el tachar a los acertados críticos, de pretender ante todo el regreso de Ruiz de Lopera al Betis; incluso también excusar la relativa diferencia económica.
Por descontado que la crítica siempre ha existido, y más aún cuando la lógica dicta igual el hecho de cobrar a partir de 2013, 150 euros a los chicos por hacerse las pruebas en la cantera, - cosa ésta que según Marca, sólo la aplica el Real Madrid -. Por otro lado, la Fundación Real Betis Balompié, sí....de la que es presidente Gordillo, cobra una tarifa que oscila desde los 99 a los 107 euros por inscripción, a lo que hay que sumar tres pagos que van desde los 157 hasta los 165 euros cada uno. ¿ Son esos formas de hacer beticismo ? ¿ En manos de quiénes está nuestra cantera ? Pero no importa, igual un día -ironic on- vemos a Carlos Herrera impartiendo clases de beticismo a los chavales con la misma destreza que la dio sobre nuestra Historia a la agrupación de Béticos Veteranos.
Artículo hecho por (Rafael Medina Delgado)
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