La jornada de ayer dejó claro que la Liga de Primera División, muy probablemente, se decidirá en la última jornada. Los tres de arriba apuran sus opciones para conseguir el campeonato y nadie quiere fallar y descolgarse.
Tras las victorias, rácanas y apuradas, de Atlético de
Madrid y Real Madrid, el Barça salió al Benito Villamarín sabiendo que tenía
que ganar si quería seguir dependiendo de si mismo a dos jornadas del final.
No fue fácil ya que el Betis, al principio del partido,
demostró que vendería muy cara su piel con sendas ocasiones de gol que Claudio
Bravo desbarató.
Pero todo se puso más cuesta abajo para los culés a partir
del minuto 35 de partido, cuando Westerman cometió una dura falta, seguramente
innecesaria, sobre Rakitic y como ya tenía una tarjeta amarilla se marchó a la
calle expulsado.
A partir de ese momento, el Betis se echó atrás y el Barça empezó
a atacar sin piedad con más o menos acierto. Sin llegar a tener ocasiones muy
claras de gol, la meta de Adán se vio acosada constantemente pero con 0-0 en el
marcador se llegó al descanso.
En la segunda mitad, siguió la tónica del final de la
primera hasta que en el minuto 50, Leo Messi puso un centro en el área, sin
aparente peligro, pero ni Pezzella ni Adán, que hizo una salida en falso,
consiguieron despejar. Por suerte para los culés ahí estaba Rakitic, que se
encontró un balón franco, que sólo tuvo que empujar a la red para convertirlo
en el 0-1 antes de que la ansiedad empezara a hacer mella en su equipo.
A partir de ese gol, el Betis sorprendentemente, porque
jugaba con diez hombres, se empezó a estirar y tuvo más el balón. Pero una
buena presión de los azulgranas que supieron sufrir en los momentos clave, a
pesar de demostrar que no estaban a su mejor nivel, fue básica para mantener
ese marcador. Esa presión les permitió robar algunos balones cerca de la
portería bética que sus delanteros, sobretodo Luis Suárez, no acertaron a
rematar a gol.
La sentencia tuvo que esperar al minuto 81, cuando el mismo
Suárez aprovechó una genial asistencia de Messi desde el centro del campo, que
ésta vez no perdonó ante Adán y materializó el 0-2 final para gozo de sus compañeros
y todos sus aficionados.
Éste partido demostró que ganar la Liga no será nada fácil y
que Luis Enrique y sus hombres tendrán que picar piedra hasta el final. Ahora
llega el Espanyol al Camp Nou, con lo peligrosos que son siempre los derbis,
sobre todo si el equipo blanquiazul aún no está salvado matemáticamente. Pero
todos tienen claro que sus rivales no van a fallar, por lo tanto hay que ganar
todo lo que queda si quieren ser campeones.
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