miércoles, 2 de diciembre de 2015

HOMENAJE A DON JAVIER PÉREZ

De segunda B al cielo. Así querría empezar mi artículo para hablar de Don Javier Pérez y Pérez. De cómo saliendo de la nada consiguió poner al Tenerife en la élite del fútbol español compitiendo de tú a tú con los grandes, o de colocarnos a las puertas de la gloria más allá de nuestras fronteras y quedando a tiro de piedra de jugar toda una final europea.

Si, hablo de esas famosas semifinales de la copa de la UEFA ante el potente conjunto alemán del Schalke 04. Soy uno de tantos aficionados de los que no tienen la menor duda de que, de haber superado esa eliminatoria ante el conjunto teutón, el Tenerife se habría merendado en la final al Inter de Milán sin problemas.

Muchos otros recordarán al mandatario palmero (ginecólogo de profesión)como el causante de la deuda que aún a día de hoy padecemos, pero Javier Pérez soñaba con algo grande y, para ello, tenía que pensar a lo grande, razón por la cual no dudó en hacer grandes desembolsos para traer a la isla a jugadores contrastados y a los que se les presuponía una calidad que estaba fuera de toda duda. Por suerte o por desgracia el dinero no lo es todo, y, cómo no, en el fútbol no iba a ser una excepción. El dinero no es garantía de éxito y bien lo supo en su momento Don Javier. Un equipo confeccionado para mantener las expectativas de un “nuevo grande” terminó por descender a segunda cuando nadie lo esperaba.

Pero si se me permite la licencia prefiero recordarle como el artífice de la época dorada del Tenerife, el de las ligas del Madrid, el de las grandes noches europeas con un equipo orgulloso de su juego vistoso y preciosista que satisfacía las exigencias de todo amante del buen fútbol, un estilo que ganó adeptos allá por donde fuera mostrando la grandeza de este deporte que permitió que una pequeña isla en el Atlántico se mostrase orgullosa haciéndose un nombre en el continente europeo.

Considero absolutamente innecesario enumerar los logros deportivos cosechados por el representativo blanquiazul bajo la tutela de Don Javier, y, si bien a algunos el homenaje que se le brindará en los próximos días puede venir algo tarde, no tengo la menor duda de que se hace con la mejor de las intenciones y con todo el afecto que merece la ocasión.

El Tenerife tenía una voz que se hacía oír y respetar, que no le temblaba el pulso a la hora de defender nuestros intereses ante todo aquello que intentara pisotearlos. Y alguien así, con sus defectos y virtudes, con sus aciertos y fracasos, merece el respeto de la parroquia blanquiazul y perpetuar por siempre su recuerdo en nuestra memoria. El Tenerife está en deuda con él.

Artículo hecho por Adal Quintero.

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