Allá por el 1973 llegó a Barcelona un holandés escuálido y sin ninguna pinta de jugador de fútbol que cambiaría toda la historia de éste deporte para siempre. Johan Cruyff.
Su entrenador en el Ajax tenía pactada su venta al Real Madrid pero él no quiso. Fue un tipo peculiar de principio a fin. Al final vistió de azulgrana y todo cambió para el club.
Introdujo su forma de entender el fútbol, primero como jugador
y luego como entrenador, consiguiendo 4 Ligas consecutivas y la primera Copa de
Europa de la historia del F. C. Barcelona.
Adaptado desde el primer momento en su nueva ciudad y en la
sociedad catalana, en plena época franquista, fue de los pocos en conseguir
inscribir a su hijo con un nombre catalán, Jordi. Siempre se identificó con las
tradiciones de su casa de acogida y por eso también se convirtió en un
referente dentro y fuera de los terrenos de juego.
Idolatrado en la Ciudad Condal, es quizá el único que ha
conseguido unanimidad entre todos los presidentes de la historia del club al
alabar su figura y recordar la importancia de su legado. Legado que tiene que
continuar en Barcelona y en todas partes donde se ame el fútbol de verdad, el
de divertirse con el balón. Esos interminables rondos, incomprensibles para esos jugadores foráneos, que al
principio de llegar a Barcelona sólo conocían el trabajo físico de sus equipos.
Para Johan era mucho más importante que corriera el balón que el jugador y Leo
Messi es su alumno más aventajado, como señala su heredero, Pep Guardiola.
Todos hablan maravillas de alguien que ganó tres balones de
oro y cambió la mentalidad de un equipo a la deriva y lo convirtió en un equipo
campeón. Su recordado Dream Team, con
futbolistas memorables que lo tenían como a un padre, hizo disfrutar de éste deporte
a toda una generación.
Todavía con la incredulidad y consternación en el cuerpo, la
familia barcelonista se dispone a despedir a su ídolo y máximo exponente al
grito de GRACIAS JOHAN!! Y que su legado perdure por siempre. Porque los ídolos
nunca mueren. Son eternos.
Artículo hecho por Meri (@Mtenas)
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