Partido de alta tensión el vivido ésta tarde en el Camp Nou. El mítico Clásico de la Liga Española volvía a escena con dos equipos desiguales. Un Madrid, líder con 6 puntos de ventaja sobre el Barcelona y con 32 partidos sin perder a sus espaldas. Y un Barça, con urgencias, en una grave crisis de resultados, pero sobretodo de juego y de identidad.
El Madrid empezó el partido contemplativo, encerrado atrás, con un Barça que quería reencontrarse a través de la posesión del balón, aunque ésta fue estéril durante toda la primera mitad.
El árbitro del partido, Clos Gómez, también quiso ser protagonista no señalando un penalti claro de Mascherano sobre Lucas Vázquez en el minuto 3, pero eso no es excusa para que apenas ninguno de los dos equipos creara ocasiones de gol en ésta primera mitad. Sólo un tiro de Cristiano que Ter Stegen sacó a córner y una falta directa botada por Messi que atajó sin problemas Keylor Navas. Las grandes estrellas de ambos equipos estuvieron muy desaparecidas durante casi todo el partido. El árbitro quiso compensar, tras su error del inicio del partido, no señalando un también claro penalti de Carvajal por mano tras un centro lateral de Jordi Alba.
El capitán azulgrana dio en 30 minutos una magistral lección de lo que debe de ser el juego de posesión que ha hecho grande a su equipo todos estos años. A través de eso, Neymar y Messi pudieron ampliar el marcador con sendas ocasiones clarísimas falladas, cuando el Madrid parecía muerto y no supieron rematarlo.
Un empate que sólo deja contento al Real Madrid, sobre todo por la manera de conseguirlo y por seguir manteniendo esos 6 puntos de distancia en la clasificación. El Barça tiene que saber que el juego que han mostrado en la segunda mitad es el camino para volver a la senda de la victoria en liga, tras cuatro empates consecutivos, que les han hecho perder muchos puntos y les mantienen muy alejados aún de la cabeza de la competición.
Artículo hecho por Meri (@Mtenas)
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