lunes, 27 de abril de 2015
PRIMERA AL FINAL DEL TÚNEL
Que la vida no es siempre color de rosa, sonrisas y risas, lo sabe todo el mundo. Hay momentos que no queremos recordar ni mucho menos revivir. Intentamos bloquear ciertas vivencias porque realmente se pasó mal. Hace exactamente un año no quiero recordar lo que estaba viviendo, y me resulta increíble que hayan pasado ya 365 días desde que escribí mi primer artículo. No fue de mi agrado, ni quiero recordar la sensación que sentí en el estómago cuando me dispuse a darle vida, ni quiero recordar la de sentimientos cruzados que tenía a medida que iban saliendo las palabras de mí. Unas palabras que me daban odio, tristeza, resignación y desolación escribirlas, me seguía negando a pensar que ese artículo no era ficción ni una suposición, era por desgracia una realidad que matemáticamente había ocurrido.
A día de hoy, nada tiene que ver la sensación con la del abril pasado. Quería que llegase cuanto antes el pitido final del último partido de la temporada, no podía más, tenía que acabar, ya estábamos descendidos y nada se podía hacer, seguir viendo esas actuaciones tan lamentables que algunos se atrevían a seguir llamando “juego” del equipo y como los rivales nos daban palos por todos lados era una tortura. Solo quería aceptar el descenso, jugar la Segunda y empezar un nuevo proyecto con vistas al ascenso. Un equipo lo más nuevo posible, desde cero.
Ahora miro al final de temporada con la ilusión de poder volver a nuestra casa, a nuestra categoría, pero también con miedo de no saber que nos deparará este año y como reaccionará el equipo, que cambios habrá en verano, que llegadas, porque fueron esos mismos cambios los que nos condenaron al descenso, entro otros tantos factores que todo béticos sabe, por lo que está de más recordarlos. Ha llegado Macià, ex director deportivo de la Fiorentina, una buena reputación en lo que a fichajes se refiere, por lo que quedará darle la confianza para su trabajo y tener esperanzas en que lo haga bien y que con la economía del club saque el máximo provecho a lo que pueda traer.
Quedan siete batallas, la guerra no ha acabado aún, pero el Betis tiene a los mejores soldados para ganar, su afición, aquella que no abandona jamás y que se está mereciendo con creces la felicidad de un ascenso, los que cada jornada hacen que el equipo juegue como local y le de toda la fuerza que puedan dar. Aunque la prensa ha intentando destruir esa felicidad de todas formas posibles a pesar de haber sido una temporada de récords, el beticismo no ha perdido ni la fe ni la ilusión sin despegar los pies de la tierra.
Es inevitable recordar el ascenso pasado, el de la temporada 10-11, que de alegrías, cantos y sueños para Primera y luego, el día en que se consumo el ascenso, la Palmera se volvió más verdiblanca que nunca, miles de béticos que no querían perderse tal fiesta, con todos aquellos grandes que formaban la victoriosa plantilla, de los cuales tan solo se mantienen tres: Rubén Castro, Jorge Molina y Pepe Mel, que volveran a ser “culpables” de otro ascenso y otra gran alegría bética. Aquella noche en Heliópolis, no quería que acabese, quería que durase todo lo posible. Y como no, también es inevitable recordar la figura más importante del ascenso, el verdadero héroe de aquella temporada, el que más luchó de todos, Miki Roqué; aquel ascenso llevó su nombre, y este lo llevará también, porque a los más grandes siempre hay que recordarlos, porque cada éxito será gracias a él y porque el Villamarín siempre tendrá presente a su ángel de la guarda.
Me gustaría pensar que ahora nos esperan temporadas felices, de sumar y sumar, una temporada buena por cada día de sufrimiento del año pasado. Me gustaría pensar que esta nueva directiva -la cual no me disgusta en absoluto- será capaz de hacer un Betis a la altura por primera vez en muchos años; quiero dejar de sufrir por un descenso por mucho que se disfrute en un ascenso, que las lágrimas de dolor porque han matado un sentimiento las cambien por las lágrimas que da la esperanza; quiero un Betis que aspire anualmente a competiciones europeas, porque por historia y afición, lo merece mucho; quiero un Betis sin quebraderos de cabeza más allá de lo deportivo. Pero mientras se lucha por conseguir eso, no voy a machacarme con el futuro, voy a vivir el presente que viene bonito e ilusionante y a esperar ansiosa a ese día en que volvamos a llenar la Palmera con el nombre de la Primera División.
Artículo hecho por Ana Gutiérrez Bando (@anita_bando)
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