martes, 29 de marzo de 2016

TODO PARA EL BETIS, PERO SIN EL BETIS

Éranse unos hidalgos sin rancio abolengo, que, de una vez por todas, decidieron cumplir sus atrasadas promesas. Y así, por si fuera poco, de aquellos beneficios publicitarios que dijeron iban a sufragar el nuevo Gol Sur, de la noche a la mañana, conocemos que en su lugar correrá la tinta de un crédito que no es cualquiera. Como si en estos dos próximos años aún no hubiera que dejar de verle las caras a los acreedores, acometer fichajes para ir más allá de la permanencia, o incluso conservar la base de una plantilla acostumbrada a renovarse. Mas si fuera poco todo eso, ¿No es osadía arriesgarse a un supuesto débito, cuándo un repentino y legítimo golpe de un veredicto podría dar lugar a que, de nuevo abundaran los números rojos en un nuevo albarán?

Sustentado por ese futurible presupuesto de cincuenta y dos millones, ostentación de poder según los voceros del régimen que ni Jack London o Apuleyo lo hubieran descrito mejor, será el nuevo Betis grande, pronto dispuesto a pasearse por Alemania, Rusia, Austria o el resto de la Europa futbolística. Esa es la ilusión sin evidenciar, la de la quimera de luces conque los redactores sobornados engatusan a miles de aficionados que, cansados de tantas contiendas, renunciaron casi inconscientemente a la razón, obnubilados incesantemente por los susodichos plumillas, estadistas y oradores, Bossuet al final de la Palmera. En el Betis prensa y política van unidas. Como dijo Chesterton: " El periodismo consiste esencialmente en decir 'lord Jones ha muerto' a gente que no sabía que lord Jones estaba vivo."      

Definición de la antigua doctrina de algunos monarcas populares en la Europa dieciochena: " Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Nada menos que políticas encorsetadas en el más absoluto populismo, obsesión por evitar críticas levantiscas; burocracia de atención, Leviatán que acredita la minoría de edad del beticismo, empecinado en repetir un arcaico pecado inscrito en el martirologio verdiblanco, más viejo que la picaresca del clásico determinismo, más anticuado que las antiguas máquinas de coser que rifaba el Betis en los cines de nuestros abuelos, más oxidado que los hierros que ensamblan el cemento de las gradas de la tribuna de Preferencia, estigmas de la miseria a que nos llevaron Mauduit y el posterior Retamero. Porque ahora, con más fuerza que nunca, brilla con artificio el clasicismo de este régimen, tan artificial como fueron los canales de Carlos III, y la vez tan amable y a la vez temible como lo fue cierto rey prusiano, quien llegó a afirmar en su afán de domesticación: " Cuán sabios, comedidos y apacibles nos hace la escuela de la adversidad. Es una terrible prueba, pero una vez superada resulta útil para todo el resto de la vida." En fin, esperemos la llegada del espíritu de las leyes, porque quizá esté a la vuelta de la esquina, y en ese caso quién sabe lo que rodará después, con o sin el balón del Betis Grande.

Artículo hecho por Rafael Medina Delgado.

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