Con la liga acabada y los play-off de
segunda haciendo su sprint final para exprimir los últimos momentos de los fines de semana de fútbol, es momento de tomarse ese 'kit-kat'
entre campañas y hacer balance del curso vivido, de las sensaciones,
las victorias y los batacazos.
No hace falta tomarse mucho tiempo para
afirmar que este año, el Betis, ha hecho una de sus peores
temporadas, solo superada por la fatídica campaña de los 25 puntos.
Tan solo se puede definir como fracaso absoluto: El objetivo no se ha
conseguido, ni las sensaciones han sido buenas, ni se ha encaminado
el proyecto futuro que se pretendía encaminar.
En esta temporada 16/17, el Betis
puede, incluso, darse con un canto en los dientes y agradecer que
cinco equipos hayan acumulado peores resultados. El puesto 15º con
tan solo 39 puntos después de haber prometido luchar por el 10º.
¡Ahora, Betis, Ahora! Ha
conseguido que el beticismo descubra unos niveles de decepción
inexplorados. La afición, a estas alturas hace un año, vio como se
le ponían por delante palabras como “ilusión”, “cambios”,
“lucha” y “Europa” para acabar viviendo un nuevo y mediocre
año entre suspiros, cabezas gachas y miradas implorativas al cielo
para que acabase ya el circo que, una vez más, se ha instalado en
Heliópolis.
No vamos a negar
que se han hecho cosas bien, es de ley, una remodelación de estadio
que parecía mentira que llegase, la vuelta de la radio, la creación
de Betis TV, el Betis Energía Plus, la propiedad del Betis futsal...
Ese tipo de gestión es de agradecer, porque suma al crecimiento, sí,
pero lo más importante, lo primordial como es la gestión deportiva,
ha parecido estar olvidada en la planta noble un año más. Se está
volviendo extraño que un entrenador aguante una campaña completa,
este año, Víctor Sánchez del Amo se hacía cargo del equipo desde
pretemporada pero no ha llegado al final, fue destituído dos
partidos antes de acabar, haciéndose cargo del plantel de manera
temporal entonces Alexis Trujillo. Ahora es Quique Setién el que se
pondrá al mando.
Ahora Betis ahora,
Lopera, Arriba Betis, Oliver... Es lo que llevamos aguantando mucho
tiempo y lo que nos queda por aguantar con más intensidad estos
meses. Muchas palabras, muchas promesas, mucha ilusión, pero siempre
es la misma historia en personas distintas. Y estamos hartos, muy
hartos. Quemados de ver como esto es un túnel que no tiene salida,
quemados de que hagan que el Betis duela.
Duele verlo
humillarse. Duele que nos humillen. Duele que no nos vean rival
fuerte. Duele que nos vapuleen. Duele que nos destruyan desde dentro.
Duele que se nos vayan las ganas. Duele que cada vez nos sean más
indiferentes las derrotas. Duele que haga 12 años que no ganamos un
título. Duele que ilustres del beticismo que fueron testigos del
Betis de la adrenalina y el amor propio, que le dieron la vida al
Betis que hacía la conexión perfecta con su afición en tardes de
domingo que se volvían mágicas y del que creó la fidelidad más
fuerte que cualquier matrimonio, duele que se hayan ido sin volver a
ver ni una sombra de aquellas hazañas que contaban con la más pura
emoción en su cara, como Don Pedro Buenaventura, entre tantos otros,
que se nos han ido al cuarto anillo con un Betis que no era su Betis.
¿Y lo peor? Que
esto no va a cambiar hasta que no cambiemos nosotros. ¿Cómo vamos a
conseguir el Betis que merecemos si no nos apoyamos entre nosotros?
No existe un beticómetro, nada dicta quién es más bético. No se
es más por apoyar siempre ni por llevar muchos años de socio, ni se
es menos por exigir. Exigir es el camino al fin de la mediocridad en
la que nos estamos hundiendo y debemos luchar por salir de ella antes
de que nos terminemos por ahogar. Exigir un Betis grande, es nuestro
deber en este momento, y si hay que pitar, se pita, y si hay que
dejar el campo vacío, se deja.
No solo es legal
criticar a la prensa por encasquetarnos mentiras cada día, podemos
hacerlo sin problema contra los que mandan, ellos no son el Betis, no
les duele ni la mitad de lo que nos duele a nosotros, ellos pasarán
con el tiempo, nosotros estaremos aquí, recibiendo los palos en
primera fila, como una avanzadilla en la batalla. Y por supuesto no
vale la excusa deque si se van los que están, puede que venga algo
peor. Sabemos todos que los que rondan al Betis cuales carroñeros,
hacen buenos a los que hoy cogen el bastón de mando. Ya salimos a la
calle una vez, en peor situación, para echar a los que estaban,
65000 contra cuatro gatos, y los echamos, sin saber ni importarnos
quien pudiera venir después. No sabíamos que nos depararía, pero
sabíamos que lo que había, no era lo que queríamos. Por tanto, no
se porqué ahora nos dividimos, nos asusta exigir y cometemos el
terrible error de conformarnos con poco. Es un suicidio lento.
Quiero pasar una
temporada tranquila dentro de los límites que el Betis sabe
conceder, cantar goles y llegar afónica a mi casa, que fuera nos
respeten, que dejen de pisotearnos, que tras un partido la euforia
sea tal que apetezca ir a celebrarlo con unos amigos a cualquier
terracita porque nos han alegrado el finde, y ver repetidas las
jugadas y exclamar ¡qué maravilla! en lugar de no tener
ganas de nada semana sí y semana también. Celebrar títulos. Eso
quiero. Y hay que empezar ya, dejando de creer en palabras y
empezando a exigir, dejando de pedir “tiempo” para los que ya han
malgastado tanto y empezando a luchar por nosotros mismos y por
nuestro club. Y eso comienza a partir de hoy mismo, desde el instante
en que leas esto y hasta que veas que Europa y la zona alta de la
clasificación es un hecho seguro y anual y no una promesa vacía.
Artículo hecho por Ana Gutiérrez (@anita_bando)
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